lunes, 27 de junio de 2016

EL LOBIZÓN

El lobizón (también conocido en otras regiones sudamericanas como lobisón, lubisonte, luis rufino malo y luisón), es un equivalente al sinónimo sudamericano del hombre lobo europeo.
La leyenda dice que el lobizón es el séptimo y último hijo de Tau y Kerana, en quien recayó la peor maldición que pesaba sobre sus progenitores, que en las noches de luna llena de los viernes; y/o martes se transforma en un “animal” que mezcla las características de un perro muy grande y un hombre (otras veces, también, mezcla las características de un cerdo).
Para la transformación, el maldecido, comienza sintiendo dolores y malestares,
luego , presintiendo lo que va a venir, busca la soledad de un lugar apartado, como la partes frondosas del monte, se tira al suelo y rueda tres veces de izquierda a derecha, diciendo un credo al revés. El hombre-lobisón se levanta con la forma de un perro inmenso, de color oscuro, ojos rojos refulgentes como dos brasas encendidas, patas muy grandes que son una mezcla de manos humanas y patas de perro, aunque otras veces, también tienen forma de pezuñas y que despide un olor fétido. Luego se levanta para vagar hasta que caiga el día. Cuando los perros notan su presencia le siguen por donde vaya, aullando y ladrando, pero sin atacarlo. Se alimenta de las de heces de gallinas (por eso se dice que cuando el granjero ve que el gallinero está limpio, es porque el lobizón anda acechando por el lugar), cadáveres desenterrados de tumbas y de vez en cuando come algún bebé recién nacido que no haya sido bautizado.

El lobizón es reconocido porque:
Son hombres flacos y enfermizos, que desde niños, fueron personas solitarias y poco sociables
Cae siempre en cama enfermo del estómago los días después de su transformación.

El hechizado vuelve a su forma de hombre al estar en presencia de su misma sangre. Así que al ser cortado, recuperará su verdadera forma. Pero se vuelve enemigo a muerte de quien descubre su sagrado secreto y no se detendrá hasta verlo muerto.

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